miércoles, 30 de marzo de 2016

ESTE JUEVES...................."MALDITA PRIMAVERA"



   Este jueves nuestra conductora es Lucía que nos anima a escribir en su blog "Sintiendo en la piel" sobre los efectos de la primavera. Si quieres leer todos los relatos participantes puedes pinchar AQUÍ


    Aquella fue la última primavera. Ahora, que con cada bocanada que inhalaba, su garganta se quemaba un poco más con el aire caliente, daría su vida por padecer de nuevo los molestos síntomas que siempre la habían puesto de mal humor: los constantes estornudos encadenados, la tos seca que apenas la dejaba dormir por las noches, los ojos lagrimeantes a todas horas, la nariz casi despellejada por el constante hilillo de agua que destilaba, la sensación de ahogo, el cansancio extremo que casi no le permitía levantarse  del sofá…
   Todo se había agostado aquel verano que se había intensificado hasta convertir medio mundo en un secarral con temperaturas superiores a los cincuenta grados. Los incendios, imposibles de controlar, habían transformado el paisaje en inmensos campos de cenizas. Los árboles no volvieron a brotar, ni los insectos volvieron  a revolotear por las flores porque estas tampoco habían vuelto a nacer, ni el polen había vuelto a flotar en el aire. El verano se había instalado para siempre.  La mitad del mundo se había quedado con la escasa agua potable o la tecnología necesaria para desalar la del mar, mientras la otra mitad se moría de sed intentando traspasar las fronteras levantadas entre el desierto y los escasos  oasis aún existentes en el norte del planeta.
     Antes de morir por el disparo del soldado situado en la torre del muro, Elisa imaginó que un chaparrón intempestivo del mes de abril, limpiaba con su frescor el polvo y las cenizas acumuladas en su deshidratado cuerpo.

    

domingo, 27 de marzo de 2016

PELUSILLAS EN EL OMBLIGO de JOSÉ A. LÓPEZ RASTOLL Y ESTHER PLANELLES ARRÁEZ




TÍTULO: PELUSILLAS EN EL OMBLIGO
AUTORES: JOSÉ ANTONIO LÓPEZ RASTOLL Y ESTHER PLANELLES ARRÁEZ
EDITORIAL: LASTURA
AÑO DE PUBLICACIÓN: 2015
GÉNERO: MICRORRELATOS

   "¿Qué es una pelusilla? Según el María Moliner, la «aglomeración o conjunto de filamentos muy tenues; por ejemplo, el que se forma debajo de los muebles cuando la limpieza no es escrupulosa». El diccionario omite —tal vez por ser una cochinada—la basurilla que se produce en el ombligo. Nosotros hemos querido reivindicar la existencia de esas bolitas que oscilan, como caimanes, entre la sensibilidad a flor de piel y el mordisco certero. Unas veces, abiertas a la interpretación. Otras, transparentes como el aire. En muchas ocasiones, cercanas a los problemas de la gente. Sin lugar a dudas, una manera de ahorrar en psicoanalista y dietas milagrosas. Pelusillas en el ombligo es el libro ideal para picar entre libros. Solo engorda la imaginación."

    Este es el texto que a modo de resumen ilustra la contraportada del libro. No he podido resistirme a copiarlo literalmente pues me parece que nos muestra a la perfección la esencia del libro o "librito" porque lo primero que me llamó la atención es que todo es pequeñito en este trabajo excepto su calidad, su ingenio y su imaginación. El libro consta de 101 páginas, mide casi un palmo de largo y algo menos de ancho. Su portada es espectacular en cuanto a sencillez, pero desde que la ves te enamoras de esas tres pelusillas tan monas que la ilustran (cómo me gustaría que las pelusillas que me encuentro por mi casa, en cuanto un día no paso la mopa, tuvieran ese aspecto...o puede que no, porque entonces no me atrevería a echarlas...).
     Escribir microrrelatos no es fácil. Compilar una historia que tenga sentido en tan pocas palabras es algo que no todo el mundo puede hacer y mucho menos con la maestría que lo hacen José Antonio y Esther. Tampoco resultan fáciles de leer, algunos requieren atención especial para entender bien el significado que crees que puede haber querido darle el autor, pero cuando lo haces, es como si un mundo mágico se abriera ante tus ojos y descubres en tres líneas lo que otros no serían capaces de expresar en diez.
     Este libro no está hecho para leerlo de una sentada, aunque sin duda podrías dada su pequeña extensión, sino que está hecho para saborearlo a pequeños sorbitos, deleitándote en su sabor dulce unas veces, otras en su sabor amargo, en ocasiones en su acidez y cómo no, también en ese toque picantón que tienen muchos de los relatos.
    Yo iba poniendo, a medida que los leía, un asterisco con lápiz al lado del título para señalar los que más me gustaban, después volvía a leer los que no tenía señalados y al final acabaron casi todos con su asterisco.
    Es un libro que todo amante de la lectura, en especial los del cuento breve, debería tener en su mesilla de noche o en su bolso para leer y releer en cualquier momento.
     Entre los señalados con el asterisco he escogido dos como muestra de lo que digo:

     VENDETTA
   “El cuerpo del fabricante de lápices fue hallado en la mina Borrowdale. Los forenses de Scotland Yard han confirmado un ataque cataléptico y su esposa, despechada, ha denunciado al sicario”
     FIN
  “Persiguió al perrito hasta la extenuación, y cuando perdió de vista a su escurridizo amigo comprendió que lo buscaría al día siguiente, y al otro, y al otro. El último hombre sobre la tierra supo que no sería capaz de soportar otra noche solo”





jueves, 24 de marzo de 2016

ESTE JUEVES..............BAJO EL INFLUJO DE INSOMNIA



   Este jueves nuestro conductor es Pepe que en su blog Desgranando momentos nos invita a contar historias sobre el insomnio. Podéis leer a todos los participantes pinchando en el enlace.

      A mi abuela la ingresaron en un psiquiátrico y allí murió en menos de seis meses, con una camisa de fuerza que le impedía mover los brazos pero que no le impedía mover  la cabeza de un lado a otro y gritar, con los ojos desorbitados por el terror, como si estuviera viviendo en una pesadilla constante. Su madre había corrido la misma suerte y también la madre de su madre.
        Ahora entiendo por qué la mía se suicidó con cincuenta años tirándose al pozo que teníamos en el huerto. La gente del pueblo murmuraba y me miraba con cara de lástima cuando entraba a comprar a la panadería o a la tienda de ultramarinos. La ignorancia les hacía pensar  que las mujeres de mi familia habíamos sido maldecidas por algún pecado cometido por nuestros ancestros.
     No tengo hermanos y ahora también entiendo por qué. Es posible que yo solo fuera un descuido como también es posible que mi madre no tuviera el valor de decirme lo que sé ahora. Que mi familia sí esta maldecida, pero con una enfermedad rara causada por una deficiencia en una proteína del cerebro. Una enfermedad sin cura y que se transmite con un cincuenta por ciento de probabilidades. Por desgracia, cuarenta de los cien casos existentes en el mundo, se concentran en el Condado de Treviño, donde mi familia ha residido toda la vida.
       Los primeros síntomas ya han empezado a manifestarse. Hasta ahora, el temor a padecer la enfermedad era lo que me quitaba el sueño, pero podía alcanzarlo atiborrándome de somníferos. Ahora, ni siquiera estos me producen una hora de sueño en la que desconectar mi cerebro. Acabo de cumplir cincuenta años y otros síntomas empiezan a manifestarse: esta mañana cuando me he mirado en el espejo, mis pupilas no eran sino dos puntitos negros en una mirada vidriosa, los temblores sacuden mi cuerpo cada vez más a menudo, las gotas de sudor resbalan por mi frente cayendo en mis ojos y la ropa se pega empapada a mi piel. Mi cuerpo, y sobre todo mi mente irán deteriorándose a un ritmo tal que en seis meses no seré capaz de distinguir la vigilia del sueño, dejaré de hablar y entraré en un estado de coma alterado por movimientos defensivos contra abominables monstruos solo existentes en mis sueños vívidos. Una forma espeluznante de morir.
         No consentiré que mi hija y el bebé que lleva dentro corran la misma suerte. Acabaré con los dos ahora mismo, mientras duermen y disfrutan de sueños todavía felices. Después, seguiré a mi madre hasta el fondo del pozo con la esperanza de ser la última de mi familia en sufrir este mal.




  El Insomnio Familiar Fatal (IFF) es una enfermedad neurológica hereditaria y muy poco frecuente, que se basa en una compleja alteración genética, en la que el afectado sufre un insomnio progresivo, que no se puede tratar con fármacos, y que llega a alterar el funcionamiento del sistema nervioso central, hasta que al cabo de meses, o unos pocos años, ocasiona la muerte del paciente.

miércoles, 9 de marzo de 2016

CONTANDO LAS SEMANAS................SEMANA 10 DE 52. PROMESAS



   Esta semana participo en la convocatoria de Sindel en su blog PALABRAS DE SINDEL en la que cada una de las semanas del año nos propone una palabra para que nos inspire un relato o una poesía. La palabra es: Promesas.
 
     Hice una promesa sí, y qué, las promesas están para ser incumplidas. No es que quiera incumplirla, no, la hice para cumplirla pero me siento incapaz. Lo he intentado con todas mis fuerzas pero es un impulso superior a mí. Es algo que está en mi naturaleza, no puedo luchar contra ello, no puedo soportarlo, tengo que hacerlo.
    No es culpa mía, son ellas las que me provocan…sí, es culpa suya. Se pavonean delante de mí exhibiendo sus encantos, sus formas, sus adornos, sus olores, sus colores…. Están  hechas para provocar el deseo, para que no puedas controlarte. Soy débil y tengo que admitirlo. Mil veces he intentado no volver a hacerlo, taparme los oídos como Ulises y no escuchar sus cantos de sirena, resistir, aguantar, reprimir el impulso, pero es inútil.
  Me gustan todas: blancas, negras, rosadas, tostadas…todas tan diferentes y tan irresistibles. Quiero probar cada una de ellas  y sin duda lo pagaré caro como en otras ocasiones.
   Espero impaciente el momento oportuno. Ahora ya no hay nadie que pueda impedírmelo, cojo el cuchillo con la mano derecha, la boca se me empieza a hacer agua disfrutando ese momento previo al disfrute total. Con la mano izquierda abro la puerta del expositor, están todas ahí, esperando que hunda el cuchillo, corte y separe el primer trozo.
    Empiezo por la de tres chocolates, después irá la de fresa, más tarde la de café, la de limón, la de chocolate blanco, la de moka, la de manzana… ¿Qué importa si me despiden también de esta pastelería?...
    Prometo que esta será la última vez que lo haga. 


 ¡Gracias Sindel!



martes, 1 de marzo de 2016

INTRUSOS



                                                    
    La sopa casi se le atraganta cuando vio la imagen de un retrato robot, facilitado por la policía, ocupando toda la pantalla del televisor. Una de las víctimas había conseguido quitarle el pasamontañas al violador que estaba causando alarma en la ciudad desde hacía varios meses. Cejas pobladas y rectas sobre unos ojos pequeños y oscuros, nariz grande y achatada y boca de labios carnosos en una cara con mandíbula cuadrada. La cabeza coronada por una espesa mata de pelo negro, corto y peinado en punta. Era la misma imagen que el espejo le devolvía a Tomás cada mañana cuando se afeitaba.
    La presentadora continuó hablando del perfil que la víctima había facilitado a la policía: complexión fuerte, aproximadamente 1,80 de estatura y la voz demasiado aguda para ser un hombre. Tomás ya no escuchaba porque su cabeza había empezado a darle vueltas como si fuera una hoja en medio de un tornado.
    No acabó la sopa. Se acercó a su mesa de trabajo y buscó en internet toda la información sobre las violaciones. En el transcurso de tres meses, el violador había cometido un total de cuatro violaciones y un intento fallido. Actuaba siempre cuando las mujeres entraban en el portal a altas horas de la madrugada, las abordaba cuando se disponían a coger el ascensor, adormeciéndolas con una mezcla de éter etílico y cloroformo que aplicaba a su nariz con un pañuelo. En todas las ocasiones llevaba la cabeza cubierta por un pasamontañas. Su última víctima se encontraba acatarrada por lo que la droga tardó más en hacerle efecto. Esos segundos fueron suficientes para que pudiera quitarle el pasamontañas y ver su cara. Esa fue la información que Tomás logró averiguar consultando todas las fuentes disponibles en internet.
   Necesitaba saber más. En el fondo de su mente empezaba a formarse una pequeña nubecilla en forma de duda. Necesitaba acceder a los informes de la policía y averiguar los detalles. Le costaría unas horas romper las medidas de seguridad de su sistema informático. Se sentía capacitado, su gran predisposición y afición a la informática tendrían que servirle de algo. Tardó menos de lo que pensaba en acceder a la información. Consiguió los días y las horas en las que se habían producido todas las violaciones además de las fotografías de las víctimas. No había huellas digitales, ni restos de fluidos, ni ADN...la única pista a seguir era el retrato robot.
    Intentó recordar. La medicación que tomaba para su trastorno bipolar le producía episodios de amnesia. Vivía solo. No tenía familia ni amigos con los que relacionarse fuera de las redes sociales. Tampoco tenía pareja, no la necesitaba. La mayor parte del día lo pasaba delante del ordenador como desarrollador de aplicaciones de escritorio. Aunque ganaba algo de dinero, no le bastaba para vivir por lo que tenía que trabajar media jornada, de ocho a doce de la noche, limpiando un pequeño laboratorio de productos químicos.
    La fragmentada secuencia de un encuentro sexual le vino en un pequeño destello que no conseguía concretar. No veía la cara de la mujer, solo un cuerpo y su miembro introduciéndose en él. La pequeña nube de la duda se estaba haciendo más grande cada vez. ¿Dónde estaba él los días y las horas en que ocurrieron los hechos? No era capaz de recordarlo. Dormía muy poco y de forma muy descontrolada. A veces se despertaba de madrugada y se iba a correr, otras se ponía a chatear por internet o a jugar a juegos de rol y FPS.
    Volvió a sentarse de nuevo al ordenador. Se sentía nervioso y hasta ahora no había parado de dar vueltas por la habitación, intentando recordar. Las imágenes se mezclaban en su mente, inconexas. Veía un ascensor, pero en el caos de su memoria podía ser cualquiera. Comprobó que a las horas de las agresiones no se encontraba conectado al ordenador pero eso no significaba que hubiera violado a nadie. A veces, cuando salía de trabajar se tomaba una copa en algún club solitario donde contrataba los servicios de alguna prostituta.
    Una imagen con un pasamontañas negro se introdujo en su mente en ese momento, se asustó. Podía tener fantasías como todo el mundo... ¿o no? No sabía qué pensar. Su maldita enfermedad a veces lo llevaba a episodios maníacos que no conseguía recordar. Se consideraba una buena persona, no quería hacer daño, a pesar de que en alguna ocasión involuntariamente lo había hecho.  ¿Debería ir a la policía y entregarse? ¿Y si había sido él realmente? No soportaría entrar en la cárcel y mucho menos su propia conciencia por haber cometido un acto de ese tipo. Se estaba volviendo loco. Recorría la habitación de un lado a otro con pasos rápidos, tirándose del pelo como si así fuera capaz de recordar qué hizo aquellas noches. Su cara estaba desencajada por el esfuerzo, las gotas de sudor le resbalaban por la frente, el corazón le latía desbocado, se sentaba y volvía a levantarse como si tuviera un muelle.
    Otra imagen cogiendo dos productos en la estantería del laboratorio le cruzó por la cabeza como un relámpago. La desesperación le impedía pensar con claridad. Las caras, con los ojos cerrados, de las cuatro mujeres violadas lo atacaron a traición metiéndose en su cabeza. Esa fue la prueba definitiva para él, la angustia que le provocaron estos intrusivos recuerdos posiblemente inducidos por él mismo, le hicieron saltar desde la ventana. Falleció en el acto.

  Una semana después, la policía detuvo al violador del ascensor. Su descripción coincidía en todo con el retrato robot, pero eso Tomás nunca lo sabría.